Invitado por el siempre inquieto Julián Luría López, presidente de la Sociedad Mexicana de Licenciados en Administración (SOMLA), tuve oportunidad de compartir algunas reflexiones. La convocatoria de mi amigo-hermano fue a participar en Un encuentro por la paz, con motivo de la celebración del Día del Administrador, que tuvo lugar el pasado miércoles ocho de diciembre.
De entrada, humildemente pedí disculpas a los presentes en el convivio porque seguramente algunos no estarían de acuerdo con mis puntos de vista y de ninguna manera deseaba ofenderles.
Sostuve que no debemos engañarnos y cerrar los ojos a la realidad porque la simulación, la hipocresía y la doble moral nos han hecho mucho daño históricamente a las y los oaxaqueños.
Al mismo tiempo, afirmé que jamás habrá paz sin justicia social y ésta empieza por satisfacer el hambre y la sed físicas de las y los oaxaqueños, y no sólo por la justicia legal como se cree.
Consideré que es una estupidez mayúscula que con 595 kilómetros de litoral en el Pacífico, con todo tipo de pescados y mariscos, un millón 300 mil oaxaqueños malcoman una vez al día.
Esta situación de iniquidad es un crimen de lesa humanidad, un pecado social, del cual somos corresponsables todos, no sólo los gobiernos federal, estatal y municipales, corruptos e ineptos.
Por tanto, el mayor problema a enfrentar no es la creciente inseguridad y violencia, sino la aplastante desigualdad que obligadamente trae como consecuencia incontables injusticias sin fin.
De ahí, que sin un cambio de actitud personal frente a nosotros mismos, frente a los demás y frente a la vida, ningún cambio económico, político o social será real y verdadero y menos eficaz.
En tal sentido, exigimos al gobierno de la alternancia mayor congruencia entre lo que piensa, predica y hace, para no violar la ley que éste mismo aprobó para combatir la improvisación.
Hicimos, al mismo tiempo un vehemente llamado a los dirigentes magisteriales y a los trabajadores de la educación para que sean más honestos intelectualmente y congruentes.
Apoyamos las justas demandas de su lucha contra las injusticias, pero les pedimos que cumplan con el deber de los revolucionarios dictado por Martí: educar y enseñar a producir al pueblo.
Porque históricamente está por demás comprobado que la ignorancia únicamente produce miseria y ambas generan un círculo vicioso y perverso que impide el desarrollo de los pueblos.
Treinta años de conflicto magisterial no es de ninguna manera una friolera, por el contrario ha cancelado el futuro de millones de niños y jóvenes oaxaqueños condenándolos a la miseria.
Recordamos las sabias palabras del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez, acerca de nadie hará por nosotros lo que nosotros mismos no hagamos para crecer y desarrollarnos.
Desde la cuna del juarismo reclamamos a los liberales que no se escuche su voz para dar luces, a fin de encontrar la salida del túnel en el que nos ha hundido el rezago y la marginación social.
De manera práctica y pragmática compartimos la fórmula del éxito para triunfar en la vida conformada por el trinomio: estudio o capacitación, trabajo más que los demás y ahorro.
Precisamos que las y los oaxaqueños tenemos que cambiar de actitud para aprender a trabajar en equipo por convicción y por conveniencia. O lo hacemos o nos va a llevar la tía de las muchachas.
Al igual que durante años advertimos que faltaba por llegar a México la fase más virulenta de la narcoguerrilla, alertamos que muy pronto la cresta de la violencia brutal está por llegar. Al tiempo.
director@diariodespertar.com.mx
Sostuve que no debemos engañarnos y cerrar los ojos a la realidad porque la simulación, la hipocresía y la doble moral nos han hecho mucho daño históricamente a las y los oaxaqueños.
Al mismo tiempo, afirmé que jamás habrá paz sin justicia social y ésta empieza por satisfacer el hambre y la sed físicas de las y los oaxaqueños, y no sólo por la justicia legal como se cree.
Consideré que es una estupidez mayúscula que con 595 kilómetros de litoral en el Pacífico, con todo tipo de pescados y mariscos, un millón 300 mil oaxaqueños malcoman una vez al día.
Esta situación de iniquidad es un crimen de lesa humanidad, un pecado social, del cual somos corresponsables todos, no sólo los gobiernos federal, estatal y municipales, corruptos e ineptos.
Por tanto, el mayor problema a enfrentar no es la creciente inseguridad y violencia, sino la aplastante desigualdad que obligadamente trae como consecuencia incontables injusticias sin fin.
De ahí, que sin un cambio de actitud personal frente a nosotros mismos, frente a los demás y frente a la vida, ningún cambio económico, político o social será real y verdadero y menos eficaz.
En tal sentido, exigimos al gobierno de la alternancia mayor congruencia entre lo que piensa, predica y hace, para no violar la ley que éste mismo aprobó para combatir la improvisación.
Hicimos, al mismo tiempo un vehemente llamado a los dirigentes magisteriales y a los trabajadores de la educación para que sean más honestos intelectualmente y congruentes.
Apoyamos las justas demandas de su lucha contra las injusticias, pero les pedimos que cumplan con el deber de los revolucionarios dictado por Martí: educar y enseñar a producir al pueblo.
Porque históricamente está por demás comprobado que la ignorancia únicamente produce miseria y ambas generan un círculo vicioso y perverso que impide el desarrollo de los pueblos.
Treinta años de conflicto magisterial no es de ninguna manera una friolera, por el contrario ha cancelado el futuro de millones de niños y jóvenes oaxaqueños condenándolos a la miseria.
Recordamos las sabias palabras del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez, acerca de nadie hará por nosotros lo que nosotros mismos no hagamos para crecer y desarrollarnos.
Desde la cuna del juarismo reclamamos a los liberales que no se escuche su voz para dar luces, a fin de encontrar la salida del túnel en el que nos ha hundido el rezago y la marginación social.
De manera práctica y pragmática compartimos la fórmula del éxito para triunfar en la vida conformada por el trinomio: estudio o capacitación, trabajo más que los demás y ahorro.
Precisamos que las y los oaxaqueños tenemos que cambiar de actitud para aprender a trabajar en equipo por convicción y por conveniencia. O lo hacemos o nos va a llevar la tía de las muchachas.
Al igual que durante años advertimos que faltaba por llegar a México la fase más virulenta de la narcoguerrilla, alertamos que muy pronto la cresta de la violencia brutal está por llegar. Al tiempo.
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