Sin paz social, jamás habrá inversión ni empleo en Oaxaca

A un mes de rendir protesta como gobernador constitucional, Gabino Cué, anunció que durante su gobierno se ejecutarán 16 acciones y obras estratégicas para detonar el desarrollo de Oaxaca.
Dichas acciones y obras estratégicas comprenden el reordenamiento de la vialidad de la ciudad y el relanzamiento de la Costa como destino turístico, a las que se sumarán los programas sociales.
Con la experiencia por la presidencia municipal capitalina, el gobernador electo dijo que en el caso de la vialidad, el número de vehículos que soporta la ciudad capital ya quedó totalmente rebasada.
Con justa razón, Gabino reconoce que Oaxaca necesita obras para reducir el tráfico vehicular y reordenar las rutas de los autobuses del transporte urbano para que sea más ágil y eficiente.
Adelantó que se tiene que revisar el proyecto del Libramiento Sur con mucha sensibilidad, porque es una obra necesaria, pero sin afectar los intereses de la gente en las comunidades involucradas.
Es innegable la importancia de una política social que apoye a los adultos mayores, otorgue becas escolares y el apoyo a madres solteras porque llevan un doble rol: educar a los hijos y trabajar.
Sin embargo, es mucho más trascendental que el gobernador electo puntualice que la mejor manera de ayudar a las y los oaxaqueños es atraer inversiones que generen miles de empleos.
No le falta razón al decir que la mejor política social; la mejor forma de ayudar a la gente, es generar trabajo, por eso toca puertas para que los inversionistas volteen los ojos a Oaxaca.
Ciertamente, lo mejor que se le puede dar a la gente es que tenga trabajo y tener trabajo es tener un ingreso, lo que requiere de manera indispensable cambiar la pésima imagen de Oaxaca.
Reorientar las movilizaciones del magisterio y de las diversas organizaciones sociales para que no sigan dañando los derechos de terceros es una condición indispensable para atraer inversiones.
De ahí que temerariamente nos atrevamos a afirmar que sin paz social jamás habrá inversión ni empleo ni consecuentemente ingresos que garanticen la tranquilidad de las familias oaxaqueñas.
No se trata, de ninguna manera, de atentar contra los sagrados derechos de manifestación y de expresión de los diferentes grupos políticos, pero tampoco contra el derecho de libre tránsito.
La democracia es una avenida de doble vía, lo que implica cumplir con nuestras obligaciones ciudadanas para tener la suficiente autoridad moral de exigir respeto a nuestros derechos.
En todo momento debemos tener presente que la democracia es una forma de vida cotidiana que va mucho más allá de acudir simplemente a sufragar a las urnas periódicamente. ¡No basta!
Hoy más que nunca, cuando la alternancia política se dio en Oaxaca, es imprescindible la permanente participación ciudadana por convicción y conveniencia para consolidar la democracia.
Mantenerse vigilante del quehacer de los diversos niveles gubernamentales, es la mejor estrategia para convertir a la ciudadanía en verdadero contrapeso político para evitar abusos y excesos.
Sólo de esta manera será posible que Oaxaca pueda pasar de la simple alternancia política a la normalidad democrática, previa transición responsable por parte de todos los actores políticos.
En caso contrario, Oaxaca vivirá y sufrirá en carne propia el terrible desencanto ciudadano similar al provocado nacionalmente por la improvisación e ineficacia del gobierno de Vicente Fox.

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