Asegura el mandatario estatal que no está dolido porque el PRI haya perdido las pasadas elecciones
Juchitán.- Ulises Ruiz Ortiz llegó a esta tierra zapoteca que lo arropó desde que era un niño procedente de Chalcatongo de Hidalgo hasta que terminó la secundaria, para despedirse, como gobernador, de sus amigos y compañeros de escuela.
“Me voy con la frente en alto, con las manos limpias y el deber cumplido”, sentenció en el parque central “Benito Juárez”, que fue inaugurado este lunes, ante un auditorio poco emotivo y compuesto por coceístas y priístas.
La gira de trabajo, que incluyó además la inauguración de la Casa de la Cultura, se realizó bajo el manto de la nostalgia. “Se acabó un ciclo”, respondió en forma lacónica el mandatario cuya responsabilidad al frente del Poder Ejecutivo concluirá a la media noche del martes.
Ulises Ruiz Ortiz llegó acompañado de dos personajes de la vida política de la entidad con quienes creció y, jugó desde la infancia y que con el paso de los años pasaron a formar parte de ese selecto grupo de amigos que sus íntimos bautizaron con el nombre de “La burbuja”.
Serio, con el gesto ausente y el pelo encanecido, Miguel Ángel Ortega Habib, Mao para sus amigos, trató de pasar inadvertido, al igual que el diputado federal, Emilio Mendoza Kaplan, quien prefirió escabullirse en la comodidad del clima de la camioneta oscura y vidrios polarizados.
¿Dolido porque no le entregará al PRI la gubernatura?, se le preguntó. “No, hombre, cómo crees. Nomás se la prestamos un rato (a la coalición opositora compuesta por el PAN, PRD, PT y Convergencia). Eso sí, vamos a trabajar duro para recuperar el poder”, señaló.
Ruiz Ortiz, quien este martes cerrará el ciclo de 80 años de gobiernos priístas, visitó la iglesia del santo patrono de los juchitecos. Frente a la imagen de San Vicente Ferrer, no pudo sustraerse al ritual católico e hizo la señal de la cruz. Se persignó.
A su lado, el sacerdote responsable del templo, Francisco Herrera, observó la escena en un absoluto silencio respetuoso, mientras una mujer juchiteca no paraba de explicarle ruidosamente que la imagen actual de San Vicente Ferrer había sido restaurada luego de un incendio.
¿Qué pensó Ulises Ruiz Ortiz cuando levantó el rostro hacia la imagen del santo patrono de los juchitecos y entrecerró los ojos? No se lo reveló a nadie, al menos en ese momento, aunque después, al encaminarse al parque central, insistió en que seguirá haciendo lo que sabe hacer.
“Vamos a seguir haciendo política al servicio de la gente”, dijo como si quisiera reconfortar a sus amigos que entre la llegada del fin de año y de los gobiernos priístas bromeaban nostálgicos por la cercanía de las bajas temperaturas y la ausencia de cobijas.
El alcalde juchiteco y líder estatal del Partido del Trabajo (PT), Mariano Santana López, quien siempre recibió con buen talante al gobernador Ruiz Ortiz, en todas sus giras a esta ciudad, volvió a mostrarse generoso con el priísta: le tronó cohetes, le puso música y le agradeció los apoyos.
Mientras Ulises Ruiz Ortiz recorría las calles de Juchitán, el líder estatal de la CNOP, Jorge Toledo concedía entrevistas, negaba acuerdos políticos o negociaciones entre el PRI y el nuevo gobierno que facilitara el arribo de algún priísta al gabinete de Gabino Cué.
“No hay ningún acuerdo. Ninguno, lo que sí haremos los priístas será contribuir para que a Oaxaca le vaya bien y en esa ruta vamos a exigirle al nuevo gobierno que sea congruente con sus exigencias, que apuesten por el diálogo, la democracia y la transparencia”, advirtió.
“Me voy con la frente en alto, con las manos limpias y el deber cumplido”, sentenció en el parque central “Benito Juárez”, que fue inaugurado este lunes, ante un auditorio poco emotivo y compuesto por coceístas y priístas.
La gira de trabajo, que incluyó además la inauguración de la Casa de la Cultura, se realizó bajo el manto de la nostalgia. “Se acabó un ciclo”, respondió en forma lacónica el mandatario cuya responsabilidad al frente del Poder Ejecutivo concluirá a la media noche del martes.
Ulises Ruiz Ortiz llegó acompañado de dos personajes de la vida política de la entidad con quienes creció y, jugó desde la infancia y que con el paso de los años pasaron a formar parte de ese selecto grupo de amigos que sus íntimos bautizaron con el nombre de “La burbuja”.
Serio, con el gesto ausente y el pelo encanecido, Miguel Ángel Ortega Habib, Mao para sus amigos, trató de pasar inadvertido, al igual que el diputado federal, Emilio Mendoza Kaplan, quien prefirió escabullirse en la comodidad del clima de la camioneta oscura y vidrios polarizados.
¿Dolido porque no le entregará al PRI la gubernatura?, se le preguntó. “No, hombre, cómo crees. Nomás se la prestamos un rato (a la coalición opositora compuesta por el PAN, PRD, PT y Convergencia). Eso sí, vamos a trabajar duro para recuperar el poder”, señaló.
Ruiz Ortiz, quien este martes cerrará el ciclo de 80 años de gobiernos priístas, visitó la iglesia del santo patrono de los juchitecos. Frente a la imagen de San Vicente Ferrer, no pudo sustraerse al ritual católico e hizo la señal de la cruz. Se persignó.
A su lado, el sacerdote responsable del templo, Francisco Herrera, observó la escena en un absoluto silencio respetuoso, mientras una mujer juchiteca no paraba de explicarle ruidosamente que la imagen actual de San Vicente Ferrer había sido restaurada luego de un incendio.
¿Qué pensó Ulises Ruiz Ortiz cuando levantó el rostro hacia la imagen del santo patrono de los juchitecos y entrecerró los ojos? No se lo reveló a nadie, al menos en ese momento, aunque después, al encaminarse al parque central, insistió en que seguirá haciendo lo que sabe hacer.
“Vamos a seguir haciendo política al servicio de la gente”, dijo como si quisiera reconfortar a sus amigos que entre la llegada del fin de año y de los gobiernos priístas bromeaban nostálgicos por la cercanía de las bajas temperaturas y la ausencia de cobijas.
El alcalde juchiteco y líder estatal del Partido del Trabajo (PT), Mariano Santana López, quien siempre recibió con buen talante al gobernador Ruiz Ortiz, en todas sus giras a esta ciudad, volvió a mostrarse generoso con el priísta: le tronó cohetes, le puso música y le agradeció los apoyos.
Mientras Ulises Ruiz Ortiz recorría las calles de Juchitán, el líder estatal de la CNOP, Jorge Toledo concedía entrevistas, negaba acuerdos políticos o negociaciones entre el PRI y el nuevo gobierno que facilitara el arribo de algún priísta al gabinete de Gabino Cué.
“No hay ningún acuerdo. Ninguno, lo que sí haremos los priístas será contribuir para que a Oaxaca le vaya bien y en esa ruta vamos a exigirle al nuevo gobierno que sea congruente con sus exigencias, que apuesten por el diálogo, la democracia y la transparencia”, advirtió.
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